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viernes, 20 de agosto de 2021

La bruja Baba Yagá y el miedo como instrumento de presión.

 


El ropavejero, The boogeyman, el coco, los boggarts, todas las culturas y casi todas las civilizaciones han tenido el mismo problema, conseguir que los niños le hagan caso a sus padres y respeten sus respectivas normas y valores morales, y para este fin se crearon aquellos seres que serían los encargados de castigarlos si se "portaban mal".

En el caso de los pueblos eslavos, posteriormente Rusia y algunos países aledaños, se contaba el mito de la temible bruja huesuda, la Dama Blanca de la Muerte y del Renacimiento, me refiero a la vieja Baba Yagá.

Una vieja, huesuda y arrugada, de nariz azul y dientes de acero, que posee una pierna normal y una de hueso (cosa que representaba su conexión al mundo de los muertos). Se le describía como un ser perverso y cruel, aunque no totalmente malvado dependiendo de la versión; una vieja bruja que comía personas, niños para ser exactos, y era gracias a sus dientes, que le permitían romper huesos y desgarrar la carne con facilidad, sin embargo, y sin importar que tanta comida consumiera, siempre tenía ese aspecto delgado y huesudo.


Pero claro, todas estas historias incluían sutiles (y no tan sutiles) referencias, de la mano con concejos de como evitar encontrársela o perecer en caso de hacerlo. Cosas como no adentrarse en el bosque, llevar rosas azules o ser respetuoso al hablarle eran solo algunas de las formas en que los cuentos de esta anciana le enseñaban a los niños lecciones que ellos debían acatar... y funcionaba.
El miedo es una de las sensaciones más incómodas que todos hemos sentido alguna vez, un reflejo primitivo de nuestros instintos que compartimos con la mayoría del mundo animal. Por esa razón es que resulta sencillo utilizarlo para acondicionar a alguien más para que actúe de cierta manera o que acepte una determinada situación.
La historia está llena de muchos otros ejemplos de sometimiento por el miedo, ya sea con fines políticos, económicos, sociales, entre otros, siendo que en muchas de estas ocasiones el manejo llega a ser tan sutil que resulta muy difícil (hasta imposible) darse cuenta cuando este se produce. Pero en cosas como las historias para niños, al crecer nos resulta fácil darnos cuenta del propósito subyacente que tenían.



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